Neumonía: causas, síntomas, diagnóstico y cómo prevenirla
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Mujer Informa 04/12/25
La neumonía es una infección que inflama los pulmones y puede ser causada por bacterias, virus o hongos. Se trata de una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, aunque representa un mayor riesgo para niños pequeños, personas mayores y quienes tienen su sistema inmunológico debilitado. Su gravedad depende tanto del tipo de microorganismo como del estado de salud general de cada paciente.
Además, la neumonía también puede originarse por otras situaciones, como la aspiración accidental de alimentos o secreciones, especialmente en personas mayores o con dificultades para tragar. Factores como el tabaquismo, la edad avanzada, enfermedades crónicas o la inmunosupresión aumentan considerablemente el riesgo de padecerla.
Síntomas: cómo se manifiesta la neumonía
Los síntomas pueden variar según el germen causante y la condición de cada persona, pero los más frecuentes incluyen:
Fiebre, a veces muy elevada
Tos, con o sin flemas (y en algunos casos con trazas de sangre)
Dificultad para respirar o sensación de falta de aire
Cansancio extremo o malestar general
También puede presentarse dolor en el pecho, sobre todo al respirar profundo. Este signo es más característico de las llamadas neumonías “típicas”, que suelen comenzar de manera brusca con fiebre alta y escalofríos.
En las neumonías “atípicas”, los síntomas pueden ser más sutiles:
Tos seca
Dolor de cabeza
Cansancio
Dolores musculares
En personas mayores o con enfermedades previas, los síntomas pueden pasar desapercibidos: fiebre leve o inexistente, confusión, desorientación o un empeoramiento general del estado de salud.
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Diagnóstico: cómo los médicos confirman la neumonía
El diagnóstico combina la historia clínica, la exploración física y pruebas complementarias. La herramienta clave sigue siendo la radiografía de tórax, que permite detectar infiltrados pulmonares típicos de la enfermedad.
En ciertos casos, se requieren pruebas adicionales como:
Análisis de sangre
Cultivos para identificar microorganismos
Pruebas de oxigenación
Tomografía (TAC)
Broncoscopia, si la evolución no es la esperada
Identificar el germen responsable ayuda a elegir el tratamiento más adecuado.
Tratamiento: qué se utiliza según el tipo de neumonía
El tratamiento depende del origen de la infección:
Bacteriana: requiere antibióticos, cuya elección dependerá de la gravedad y del estado del paciente.
Viral: los antibióticos no sirven; se pueden usar antivirales solo en casos específicos.
Fúngica (por hongos): se tratan con medicamentos antifúngicos.
Los casos leves suelen manejarse en casa con medicación oral, reposo e hidratación. Las formas graves —especialmente en personas mayores, con enfermedades crónicas o con dificultad respiratoria— pueden requerir:
Hospitalización
Antibióticos intravenosos
Oxígeno
En casos severos, ventilación mecánica
El tiempo de recuperación puede ir de una a varias semanas, dependiendo del tipo de neumonía y del estado de salud del paciente.
Prevención: cómo reducir el riesgo de neumonía
La prevención juega un papel fundamental. Las medidas más efectivas son:
Vacunación
Vacuna anual contra la influenza
Vacuna antineumocócica, recomendada en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas
Hábitos saludables
Evitar el tabaco, que debilita los pulmones
Reducir el consumo de alcohol
Tratar oportunamente infecciones respiratorias en personas con padecimientos pulmonares
Mayor cuidado en personas vulnerables
Niños pequeños, adultos mayores de 65 años, fumadores, personas inmunodeprimidas y quienes sufren enfermedades crónicas deben reforzar especialmente estas medidas, pues tienen un mayor riesgo de complicaciones.
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