Si ya hiciste una limpieza profunda pero sigues con estornudos, ojos llorosos o esa sensación de “algo me está irritando”, es muy probable que estés pasando por alto lugares clave que concentran gérmenes, polvo y alérgenos. Aquí te cuento 5 cosas que no estás limpiando bien y que podrían estar enfermándote —y cómo solucionarlo sin complicarte la vida.
1. El lavabo de la cocina: el enemigo silencioso
Tal vez piensas que la cocina es el espacio más limpio de tu casa, pero el lavabo es uno de los puntos más contaminados. Estudios han encontrado que casi la mitad contiene bacterias como Salmonella y E. coli. Y peor: la esponja donde lavas los platos puede albergar cientos de especies bacterianas. Sí, aunque la exprimas y se vea “limpia”.
Cómo limpiarlo bien:
Desinfecta el lavabo 1 o 2 veces por semana con cloro diluido o un desinfectante seguro para cocina.
Cambia tu esponja cada 15 días, o cada mes si la remojas en cloro una vez por semana.
Usa paños exclusivos para la cocina y cámbialos con frecuencia.
2. Los conductos de aire: lo que respiras cada día
Si tienes clima artificial —calefacción o aire acondicionado— recuerda que todo lo que se acumula en los conductos termina entrando en tu casa: polvo, esporas, pelos de mascota e incluso sustancias químicas.
Si te levantas con la nariz tapada o tienes estornudos “sin causa aparente”, aquí puede estar el origen.
Cómo limpiarlos bien:
Cambia los filtros de tu aparato con la frecuencia recomendada por el fabricante.
Pide una limpieza profesional de los conductos cada 3 años, o antes si tienes mascotas o muchas visitas.
3. Cortinas: un refugio perfecto para alérgenos
Por fuera parecen limpias, pero por dentro guardan polvo, pelitos, cenizas de la calle y partículas que entran por la ventana. Si tienes alergias, tu cuerpo ya las detectó, aunque tú aún no.
Cómo limpiarlas bien:
Pasa la aspiradora con filtro especial para alergias una vez por semana.
Utiliza la boquilla adecuada para telas delicadas.
Lava tus cortinas cada cierto tiempo según el tipo de tela: ligeras cada 1–2 meses; gruesas, cada 3–4 meses.
4. El colchón: hogar de millones de ácaros
Nuestro cuerpo desprende cientos de millones de células muertas al día, además de sudor y humedad… Todo eso cae directo al colchón. Y ahí, los ácaros hacen fiesta.
Cómo limpiarlo bien:
Aspíralo cada semana cuando cambies las sábanas.
Lava fundas, protectores y cobertores a más de 60 °C.
Usa secadora caliente para eliminar ácaros.
Deja ventilar tu colchón un rato bajo el sol si tienes oportunidad.
5. El garaje: la zona olvidada que sí te afecta
El garaje suele ser un espacio olvidado, lleno de cosas que “algún día vas a usar”. El problema: el aire ahí se carga de polvo, gasolina, pesticidas o restos de químicos, y se puede filtrar al resto de tu casa.
Cómo limpiarlo bien:
Barra y limpia con agua y jabón con regularidad.
Ventila cada vez que puedas.
Evita almacenar químicos abiertos o productos vencidos.
Mantén herramientas y cajas en estantes cerrados.
Una limpieza profunda va más allá de trapear y cambiar las sábanas. Implica poner atención a esos rincones que nunca volteas a ver… pero que sí influyen en tu salud. Tu cuerpo te avisa: escucha esos estornudos, esa congestión, ese cansancio.
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