Presión arterial en la mujer: cómo cambia según la edad y las hormonas
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Mujer Informa 07/09/25
La presión arterial refleja la fuerza con la que la sangre circula a través de las arterias. Es un indicador vital porque está directamente relacionada con la salud del corazón, el cerebro y los riñones. Una presión muy baja puede provocar mareos y desmayos; una muy alta daña los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de infarto, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal.
En México, la hipertensión arterial es uno de los principales problemas de salud pública y, según la OMS, afecta a 1 de cada 3 adultos en el mundo. Lo importante es que, aunque parece silenciosa, puede prevenirse y controlarse con hábitos saludables y chequeos médicos regulares.
Rangos de presión arterial según edad y sexo
Los valores normales cambian con la edad y el sexo. En general:
Normal: 110/70 a 120/80 mmHg
Elevada: 121/80 a 129/80 mmHg
Hipertensión grado 1: 130/80 a 139/89 mmHg
Hipertensión grado 2: 140/90 mmHg en adelante
En las mujeres jóvenes, los estrógenos favorecen una mayor elasticidad arterial y una presión ligeramente más baja que en los hombres de la misma edad. Sin embargo, esta ventaja se pierde con la llegada de la menopausia.
Cambios hormonales y presión arterial en la mujer
El sistema hormonal femenino influye en la salud cardiovascular. Así varía la presión arterial en diferentes etapas:
Menstruación: en los días previos, el aumento de progesterona y la retención de líquidos pueden elevar la presión ligeramente. Algunas mujeres con síndrome premenstrual notan palpitaciones y presión más alta.
Embarazo:
Primer trimestre: la presión suele bajar, lo que provoca mareos.
Después de la semana 20: puede aparecer hipertensión gestacional o incluso preeclampsia, una complicación peligrosa que requiere vigilancia médica estricta.
Lactancia: la oxitocina ayuda a mantener la presión estable, pero la falta de sueño y el cansancio pueden generar picos de presión.
Premenopausia: los desajustes hormonales pueden provocar subidas repentinas de presión arterial acompañadas de sofocos y ansiedad.
Menopausia: al disminuir los estrógenos, las arterias pierden elasticidad, aumenta la rigidez vascular y con ello el riesgo de hipertensión, colesterol alto e infarto.
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Factores de riesgo que elevan la presión arterial
Más allá de los cambios hormonales, existen factores que potencian la hipertensión:
Estrés crónico: aumenta la producción de cortisol y adrenalina, elevando la presión.
Obesidad y sobrepeso: obligan al corazón a bombear con mayor fuerza.
Fumar y beber alcohol en exceso: dañan las arterias y alteran la regulación de la presión.
Hígado graso: se relaciona con resistencia a la insulina y síndrome metabólico, que favorecen la hipertensión.
Sedentarismo: la falta de ejercicio reduce la capacidad cardiovascular.
Depresión y ansiedad: afectan tanto el sistema nervioso como el endocrino, elevando el riesgo de hipertensión.
Qué hacer para mejorar la presión arterial
La buena noticia es que con pequeños cambios se puede lograr un gran impacto:
Ejercicio moderado
Caminar 30 minutos al día.
Natación o bicicleta.
Yoga, pilates y técnicas de respiración para manejar el estrés.
Alimentación balanceada
Priorizar frutas, verduras y granos integrales.
Consumir pescado azul (rico en Omega 3) al menos dos veces por semana.
Usar semillas como chía, linaza y nueces.
Reducir sal y embutidos.
Tés naturales que ayudan a la presión arterial
Té de jamaica: estudios científicos han demostrado que disminuye la presión sistólica y diastólica.
Té verde: antioxidante, mejora la salud vascular.
Tila y pasiflora: ideales para controlar el estrés.
Valeriana: útil en casos de insomnio y tensión nerviosa.
Chequeos regulares: medir la presión arterial al menos una vez al año (más seguido en mujeres con antecedentes familiares de hipertensión).
La presión arterial en las mujeres está marcada por los cambios hormonales a lo largo de la vida. Conocer estas variaciones es clave para prevenir riesgos mayores. Incorporar hábitos saludables, vigilar los factores de riesgo y apoyarse en remedios naturales puede marcar la diferencia entre vivir con calidad o exponerse a complicaciones cardiovasculares.
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